Cabeza despierta, despierta aquí.

Irónico, pero la lluvia ambientaba perfectamente la noche.
Noche temprana, como se acostumbra ahora, noche mojada, fría, con cosas en la mente, con tu cara expresando lo que nunca quise, lo que me angustia (es que nunca esperé estar yo en la situación que tu sueles estar, ahí) y la firmeza que necesité, creí perderla.
Esa mirada entre perdida y mojada, hacia abajo, sin sonidos, ni tus dientes blancos a la vista, ni siquiera tus ojos.
Esa noche descubrí que independiente de todo, más que todo, por sobre todo lo demás, lo que más me destruye y produce ese trizarse del corazón, es tu cara así, es verte así.
No necesito volver a decir lo que te grité ya bastantes veces, esperando el "yo también".

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