Han pasado infinitas nubes sobre nuestro panorama deforme de tardes y noches claras. Estrellas que se aburrieron de ver siempre episodios tan extraños, se aburrieron y prefirieron explotar. Y el cielo prefirió nublarse para que los rayos no sean tan egoístas, y el agua alimente la sed de tantos animales (tan salvajes, tan inconsecuentes).
Es por eso que guardo mi alma y lo material en la carreta de sal y parto a la selva. Yo solo trataré de construirla en ciudad para darle el mismo espectáculo a las estrellas, que siempre estés a mi lado aunque no nos guste.
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